Érase una vez...
Podría ser un día cualquiera en la vida de Hugo, se había levantado, había
desayunado, se había aseado y ya se encontraba en el bus de camino a la escuela.
Como era costumbre, se sentó con su amiga Tamara y conversaron hasta llegar al
colegio.
Lo diferente llegó cuando, una vez allí, vieron un gran cúmulo de personas que no
eran habituales; bomberos, policías, hombres vestidos de etiqueta y demasiado
control a la hora de la entrada. Hugo no podía parar de pensar en lo que estaba
sucediendo mientras esperaba en la fila para entrar a clase. Todos los niños parecían
no prestarle atención a los movimientos que no eran usuales en el cole, pero Hugo no,
a Hugo le preocupaba. Quizás es porque Hugo es un niño curioso e inquieto, le gusta
leer muchos libros de fantasía y misterios, pese a tener 10 años es un niño con
muchas curiosidades y preocupaciones.
''Tamara, ¿no te resulta un poco extraño todo esto?'' le preguntaba mientras aún
permanecían en la cola. A lo que Tamara le respondió, diciéndole que lo único que le
preocupaba es que con tanta persona mayor seguro que no habría recreo.
Llegó la hora de subir a clase, y al pasar por el aula 7, vieron como estaba vacía de
alumnos y se veían trabajar policías, bomberos y personas con traje semejante a los
de un astronauta. Hugo, impactado, no podía dejar de mirar el interior del aula.
''¡Vamos Hugo, a clase!'' le reclamó su profesora al verlo tan parado.
Lo primero que dijo la profesora al entrar a clase fue advertir de que estaba
prohibidísimo entrar en el aula 7, cosa que a Hugo le siguió llamando la atención.
Al llegar el recreo, todos salieron al patio, pero Hugo no. El chico quiso meterse
dentro del aula y ver lo que ocurría, así que decidió esconderse en el baño de arriba
hasta que todo el mundo saliese y bajaran al patio. Escuchó la voz del director del
colegio decir, ''todo está despejado aquí, podemos irnos, no queda ningún niño.'' Fue
entonces cuando Hugo decidió salir de su escondite, corrió y corrió hasta llegar a la
puerta del aula en la que se encontraba un cartel enorme en el que estaba escrito un
“NO PASAR”. Nada más entrar, Hugo ya supo dónde estaba lo diferente, se dio
cuenta de que una de las puertas del armario estaba abierta y con un cartel en el que
ponía “PRECAUCIÓN”.
La emoción le comía, las ganas de ver lo que escondía el armario no le dejaba ver en
el lío en el que se estaba metiendo. Pero hablamos de Hugo, un chico curioso y con
valor. La sorpresa aumentó cuando al asomarse se encontró una piedra del tamaño de
un puño y un color morado brillante que apenas te dejaba mirarla fijamente con los
ojos, era algo semejante al sol pero con un color morado. La piedra parecía
incrustada, pero Hugo decidió intentar cogerla, fue entonces cuando lo más grave
sucedió. Nada más entrar en contacto la piedra con la mano de Hugo, tuvo lugar una
explosión muy fuerte que provocó un ruido enorme en todo el colegio. Y por cosa
aparentemente milagrosa, Hugo no se movió de su sitio, no se despeinó, ni un solo
rasguño, y, al mirar atrás vio el aula destrozada como si un huracán hubiese pasado
por la clase, y la piedra había desaparecido. Hugo decidió correr y salir por patas de
la zona, ya que si le veían, le harían responsable de lo sucedido. Al minuto había
subido todo el personal a valorar lo que sucedía. Hugo ya estaba en el patio.
Hugo ahora no podía parar de darle vueltas a todo, ¿cómo podía ser que no sufriese
ningún daño salvo un pequeño dolor de cabeza?, ¿qué era esa piedra y qué
significado tiene?. Ya en su casa, Hugo no se concentraba, no podía hacer deberes, no
podía parar de pensar en la piedra. Decidió amarrar a su compañero de vida, su perro
Toby, e irse a dar un paseo.
Fue durante el paseo cuando Hugo casi por accidente, rompió una valla con tan solo
señalarla y desear que dicha vaya no estuviese. Como si de magia se tratase. Hugo no
podía parar de flipar, había deseado que algo pasase y ocurrió con tan solo señalar.
Con miedo volvió a casa corriendo.
Una vez allí, se dijo y se convenció a él mismo de que tenía poderes, y como no, él,
curioso, decidió probarlos sin saber que podría tener problemas. Experimentando con
botellas vacías, se fijó en que podía levantarlas, romperlas, lanzarlas y hacer miles de
cosas con tan solo desearlo y señalarlo.
Al día siguiente, preocupado por todo y sin dejar de darle vueltas a todo lo ocurrido,
empezó a pensar que la piedra iba a tener algo que ver en eso que ahora podía hacer,
ese poder. Hugo se encontraba solo y apartado en un banco del patio, moviendo con
su mente las hojas de los árboles que había en el suelo, acercándose a él papeles del
suelo, doblando ramas... Entonces alguien se le acercó.
El director del colegio, Don Miguel, se sentó a su lado en el banco como si de un
niño más se tratase.
- Sé lo que ha sucedido y lo que te pasa ahora Hugo. – exclamó el director-.
+ No entiendo nada Don Miguel, ¿qué me pasa?
- La piedra de ayer, no era una piedra cualquiera ni estaba ahí por casualidad. Se
llama Piedra Selectora. Es una piedra que posee un poder inmenso al estar hechizada,
y le dona el poder a aquel niño que sea lo suficientemente curioso e interesado. El
niño elegido, empezará a poseer el poder y el saber de la hechicería y por tanto, podrá
pertenecer a un colegio de hechicería situado en algún lugar de este mundo, el cual
solo saben los elegidos.
+ Estoy flipando Don Miguel, ¿cómo ha llegado esa piedra aquí? ¿Quién la ha
colocado? ¿Y por qué me ha elegido a mí?
- Sé que tienes preguntas, y puedo respondértelas todas. La piedra solo puede
depositarla algún encargado de dicha escuela de hechicería, algún profesor o mentor
que es el encargado de encontrar nuevos magos. Y por supuesto que la piedra no te ha
elegido a ti, tú has elegido a la piedra.
+ Y, ¿quién es ese mentor?
- Yo. -exclamó Don Miguel- Lo próximo que tienes que hacer es acudir conmigo a la
escuela, verla y conocerla. El lugar de acceso lo sabes bien. Sólo tienes que pensar
cómo se podría acceder a dicho lugar secreto. Una sola pista, el origen de todo. Allí te
esperaré.
Y de un chasquido de dedos, Don Miguel desapareció de la zona.
Hugo seguía pensando que todo era un sueño, pero ahora tenía fe y esperanza,
dándose cuenta que no estaba loco tal y como pensaba, que no era el único y que
quería probar y aprender del poder que tenía. Empezó a pensar en la pista que Don
Miguel le dio, y rápidamente pensó en la piedra, corriendo se dirigió al aula 7, la cual
estaba destrozada y cerrada. Se adentró en el aula y se dirigió al armario, lo abrió, se
metió dentro y cerró. Aguantó unos minutos a ver lo que sucedía. Entonces escuchó
una voz familiar que le decía, ''adelante Hugo, sal.''
Cuando abrió la puerta del armario, Hugo apareció en un lugar enorme, con un
edificio parecido a una catedral antigua delante de sus narices, entonces Don Miguel
estaba allí esperando, y le dijo. ''Bienvenido a tu nuevo hogar, la escuela de
hechicería Aspiro. ''
Hugo con una sonrisa en la cara, estaba encantado solo con ver el paisaje, y pronto
vio a otros niños como él y algo más grandes correteando por allí, haciendo
experimentos y dando clases acerca de hechizos, magia y demás. Don Miguel para
concluir le dijo:
Aquí aprenderás a desarrollar esos poderes que has elegido, eres un nuevo miembro
de la familia que formamos los magos, acompáñame en este camino, y disfruta. Tu
vida empieza hoy.